HISTORIA DEL MURAL

El XVII Virrey del Perú fue el Excmo. Don Luis Henrique de Guzman que llegó a Lima el mes de febrero de 1655. El primer año de su gobierno fue de muy ingrata recordación a causa de un infortunio y un violentisimo sismo. En ese fatidico año el galeón comandado por el Marquéz Villarubia, cuando enrumbaba hacia España, llevando 6 millones de pesos en oro y plata, naufrago y solamente se salvaron 45 de los 600 pasajeros que llevaba.
Para colmo de desdichas a las 2:45 pm del sabado 13 de Noviembre del mismo año, un pavoroso y destructor terremoto estremecio Lima y Callao, causando la caida de muchas iglesias y mansiones, como la del Seminario Conciliar Santo Toribio, San Francisco, La iglesia de los Jeusitas en el Callao apesar de estar recientemente construida con material noble de cal y canto. Se abrieron dos profundas grietas en la Plaza de Armas y en otras partes de la ciudad, en la isla de San Lorenzo se desprendieron gigantescos peñascos que cayeron al mar con horroroso estruendo. Como era de esperarse, el sismo afecto la zona de Pachacamilla, donde estaba situada la cofradia de los angoleños, pero hecho providencial apesar de aberse caido gran número de paredes, quedó incolume el muro de adobe donde estaba pintada la imagen del Cristo Crucificado. Este suceso no pasó desapercibido pero muy pronto quedó en el recuerdo. La destrucción de sus viviendas motivo el traslado de los angoleños a otro vecindario cercano quedando la Sagrada imagen abandonada a su suerte durante 16 largos años, pero algo invisible quedó velando por la desamparada efigie del Redentor Crucificado.
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